La planta de la catedral es de cruz latina, consta de tres naves, un amplio transepto y una capilla mayor rodeada por la girola.
La cabecera y el transepto pertenecen al siglo XII, las naves bajas y las bóvedas del transepto al siglo XIII, la nave alta al XIV, y al XV la reedificación de las crucerías de la nave central y la parte superior de la capilla mayor. Es, en conjunto, un bello ejemplar del cisterciense o primer gótico. Su estilo fundamental es el de la época de transición del románico-gótico de influencia aquitano-borgoñona. Puede asegurarse que es una de las más notables catedrales cistercienses. Las bóvedas muestran, desnudas, su gentileza; los ventanales mantienen íntegros su forma románica en las naves laterales, y gótica, en la central.
Entre las muchas capillas laterales, altares, coro, presbiterio, etc., que guarda esta catedral figuran obras señeras del arte español. En el brazo izquierdo del transepto, que cae sobre el altar de Santa Librada, hay que admirar un rosetón de remarcable ejecución.
Tres de las columnas del coro son de fuste liso, y fueron las primeras en la construcción del siglo XII; las restantes son de baquetones agrupados; la columna derecha del crucero también, aunque de este estilo, se diferencia de las demás.
Respecto a los nervios y ojivas de las bóvedas que cubren esta catedral de Sigüenza, en parte edificadas en el siglo XIII, hay arcos ojivos cuya sección está formada por curvas cóncavas y convexas acordadas (un bocel entre dos profundas escocias), que proceden del arte gótico del norte de Francia.
El interior, muy sobrio, consta de tres naves separadas por fuertes pilares. Las naves laterales son de menor altura que la central y pertenecen al siglo XIII. La nave principal se comenzó en 1495, en estilo gótico final, con la reedificación de las crucerías de esta nave y la parte superior de la capilla mayor; ésta se cierra en la zona del transepto con la reja del coro y enfrente cierra la reja de la capilla mayor. La cubierta y la linterna del transepto, bombardeadas en 1936, han sido reconstruidas con altas bóvedas góticas que apoyan en gruesos pilares fasciculados y cilíndricos.
Las ventanas de la nave central son de gran tamaño, teniendo en cuenta que la parte alta se erige pasado el primer cuarto del siglo XIII, bajo el influjo del arte gótico del norte de Francia.
Los tramos de la nave mayor son más largos que anchos. La consecuencia es que los apoyos están bastante separados y la bóveda, que cubre una superficie considerable, produce un gran empuje.
En el suelo de las naves encontramos laudas sepulcrales, ya desgastadas, que recuerdan, en borrosas leyendas, los nombres y los méritos de mitrados, canónigos y caballeros. Las lápidas tienen escudos, motes y divisas.
Casi todos los pilares con dobles columnas descansan sobre altos y fornidos zócalos, moldurados y de planta octogonal. Forman el perfil de sus basas un bocel superior y una moldura en cuarto de bocel abajo, entre los que se desarrolla una escocia no muy profunda. No faltan nunca las garras -hojas casi siempre- en los ángulos del plinto. Es muy frecuente que el cuarto de bocel inferior esté decorado con unos rehundidos semicirculares, a modo de festón.
Todos, o casi todos, los pilares de los pies de la catedral de Sigüenza, en correspondencia con todas las pilastras, tienen dobles columnas en los cuatro o en dos de sus frentes, flanqueadas de otras para apeo de los arcos doblados y con una en cada ángulo para arranque de los ojivos.
El diámetro de las columnas es mayor en las que apean los arcos ojivos que el de las destinadas a sostener la rosca exterior de los fajones y arcos formeros.
En el crucero es donde más se goza de las soberbias proporciones de la catedral, cuyos brazos están cubiertos por bóvedas sexpartitas, conforme a modelo anglo-normando. El arco toral del presbiterio queda constituido por haces de columnas con capiteles. Digna de toda alabanza fue la feliz restauración efectuada en estos pilares, suprimiendo los huecos que para el paso a los púlpitos se abrieron en ellos, en época más moderna a su construcción, con gran peligro de su estabilidad y en contra de toda regla.
Adosadas a los cuatro pilares del centro del crucero, en su parte alta y antes de llegar al primer orden de capiteles, se contemplan cuatro estatuas, del segundo tercio del siglo XIV, que representan el Augusto Misterio de la Encarnación del Señor profetizado por Isaías y Zacarías, colocados a la izquierda, y anunciado por el arcángel San Gabriel a Nuestra Señora la Virgen María, a la derecha, con los blasones del obispo D. Simón Girón de Cisneros (1300-1326).
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