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sta fachada occidental de la catedral de Sigüenza semeja más la entrada de un castillo que de un templo. En el hastial, dividido por dos recios contrafuertes que apuntalan sólidamente los muros y prestan al conjunto una nota brava y belicosa, formando tres cuerpos que corresponden a las tres naves del templo catedralicio, se abren en cada una de éstos su respectiva puerta. Todas ellas son de estilo románico del siglo XII. La central, más abocinada y alta, carece de ornamentación en sus archivoltas. Se llama de los Perdones, porque, según la tradición, el día de San Ildefonso se logran indulgencias entrando por ella. Las laterales ofrecen magnífica decoración, con motivos fitomórficos, de tipo geométrico y cierta evocación y ritmo mudéjar, con labores muy finas y gran belleza. Fueron mandadas ejecutar por el obispo D. Cerebruno.

En esta fachada, donde el románico del siglo XII se combina con el gótico y con el barroco, en mezcolanza no del mejor gusto ni bien lograda, y coronando la puerta principal hay un medallón en bajorrelieve barroco, representando la aparición de la Santísima Virgen a San Ildefonso y la imposición de la casulla con sus propias manos.

Sobre éste, y en el cuerpo central, hay un atrevido rosetón que ilumina la nave mayor, formado por 12 radios, símbolo de los apóstoles.

Sendas ventanas románicas de arcos de medio punto se abren sobre las puertas laterales. Todavía en el siglo XIV, para reforzar los muros, se le adosaron a esta fachada arcos ojivales por encima de los ventanales de los cuerpos laterales y del rosetón de la nave central.

A ambos lados de la fachada principal se alzan dos to rres cuadradas de fuerte sillería, de piedra arenisca, de cuatro cuerpos delimitados por finas molduras salientes. En el cuerpo superior, que remata en almenas con gruesas bolas, se encuentran las campanas y poseen grandes troneras de arcos de medio punto. En los otros cuerpos inferiores aparecen escasos vanos y ventanas asaeteadas. La del lado izquierdo fue levantada por el obispo D. Bernardo y, en el siglo XVI, el obispo D. Fadrique de Portugal le adicionó el cuerpo de las campanas, por Francisco de Baeza, lo mismo que en la del lado derecho hizo en el XIV el cardenal D. Pedro Gómez Barroso (1348-1358). Estas torres almenadas que flanquean la portada principal, más que campanarios figuran potentes reductos defensivos. Ambas torres se comunican por una balaustrada de piedra que costeó el obispo D. Juan de Herrera (1722-1726).