La amable invitación, ha días, a presentar alguna comunicación para la XXIX reunión de asociaciones y entidades para la defensa del patrimonio cultural y su entorno, me llevó a buscar la quietud de mi estudio, donde pergeñar algunas líneas para el fasto con que hoy se ufana, justamente, la Segontia arévaca, aunque nunca me resultó tan apasionante y provechosa la pesquisa histórica.
Entre los ejes claves de actividad urbana, en la Sigüenza Medieval, ocupan un lugar preeminente las Travesañas.
Ciertamente he de lamentar muchas pérdidas notables con motivo de los azares bélicos de 1936, amén de las profanaciones urbano-arquitectónicas en la Travesaña Baja, llevadas a cabo por la Corporación Municipal del Ayuntamiento de Sigüenza en legislaciones pretéritas.
El contenido o asunto de esta comunicación, lugares y entendidas corporativas que se mencionan en ella, etc. constituyen una verdadera y rica fuente para el mejor conocimiento del pasado.
Inicio, pues, esta comunicación, dando en ella prioridad a las Travesañas: desde la Edad Media al siglo XXI.
La parte antigua de Sigüenza estaba en una degradación que podía llevar a su muerte. Llamaba la atención de los turistas la degradación de la Sigüenza Medieval, salvo edificios o tramos aislados. Algunos pensaban que este abandono se debía a la falta de canalizaciones de agua y alcantarillado. Habían ocurrido, seguramente, varias circunstancias para crear un ambiente mortecino: construcciones deficientes, escasa salubridad, accesibilidad dificultosa, envejecimiento, etc.
El resultado había sido un área deprimida con peligro de entrar en ruina total. Había bastantes edificios dañados o en trance de perderse. Por citar algunos: la Iglesia de Santiago, la Cárcel del Partido, etc. la misma Casa del Doncel estaba muy desfigurada interiormente como consecuencia de su utilización como domicilio de vecindad. En resumen, hubo bastante desamor privado, indiferencia ciudadana e insuficiente atención pública. Todo ello adormecido y adobado por los cumplidos y endechas de los poetas y enamorados de Sigüenza, entre los que me encuentro.
El hecho de ubicarse el Castillo en la zona más alta de Sigüenza, debe ser aprovechado para que su parte antigua no muera. En comparación con otras ciudades históricas, como Cuenca o Jaén, la estructura urbana de Sigüenza no tiene grandes barreras que hayan dificultado la articulación de sus distintas fases en su desarrollo histórico. La Sigüenza Medieval constituye un islote bordeado por elementos vivos como son la Calle Mayor, el Parador de Turismo y Calle Valencia. Este barrio medieval está bien estructurado, con las calles radiales-cuestudas y calles horizontales-llanas. Es accesible para el peatón y por él pasa el tráfico, molesto por el reducido ancho de sus calles. Una rehabilitación, e incluso una cuidadosa restauración de la actual estructura urbana, manteniendo alturas bajas y dotando a los edificios de patios ajardinados e interiores con parcelas, supondría una oferta residencial muy atractiva. El Castillo es un elemento vivificador de la Sigüenza alta, que hace, en principio, rentable cualquier actuación de calidad en su entorno próximo. Un factor negativo es el alto nivel de vehículos a motor, pues la Sigüenza alta no resulta adecuada para un uso frecuente del automóvil. Las calles medievales no entienden de tráfico rodado.
En toda ciudad histórica siempre debe haber una serie de puntos que destaquen la ligazón entre la cultura, la sociedad, e incluso, la economía. Esta ligazón es ajena en las ciudades modernas, donde todos son elementos yuxtapuestos, dispares y con una clara vocación egocéntrica.
En el caso concreto de la Sigüenza Medieval hay dos ejes claves de actividad urbana. La Travesaña Alta, como itinerario turístico, con unos espacios y edificios públicos: Puerta del Hierro, Plazuela de la Cárcel, Casa del Doncel, Iglesia de Santiago, Parroquia de San Vicente y Calle Mayor.
El segundo eje importante es la Travesaña Baja, como itinerario comercial de gran interés económico, al estilo de las estrechas, turísticas y comerciales calles de Toledo, cuya situación actual de semi-abandono es incomprensible.
Hay, naturalmente, otras calles, espacios y edificios urbanos necesitados de restauración, pero esto me llevaría lejos. En cambio, resulta oportuno señalar la necesaria coordinación entre el Ayuntamiento y caseros. Éstos, por sí solos, no resolverán los problemas de la Ciudad Medieval, al orientarse en la búsqueda de una rentabilidad más o menos inmediata. Por otra parte, el Ayuntamiento tiene un planteamiento urbanístico detallado de la Sigüenza Medieval, con una programación ambiciosa y ejecución realista.
En la Sigüenza Medieval, concebida, primordialmente para uso y disfrute peatonal, tienen un valor decisivo los aspectos visuales: disposición; textura y colorido de las fachadas; relación entre vanos y macizos; carácter de puertas y ventanas; orientación y solana de los edificios públicos; jardineras y fuentes.
El estresado ciudadano del siglo XXI, se sentirá a gusto en esta Sigüenza Medieval, aunque sea sólo de paso, al experimentar el gozo característico de la Sigüenza histórica.
La recuperación de este sabor medieval tiene indudable valor económico para los vecinos que habitan y habiten esta Sigüenza medieval, repercutiendo en el precio de los alquileres y en el volumen de ventas o de prestación de servicios.
El casco histórico medieval de Sigüenza, bien regulado, admite una oferta para uso residencial, muy atractiva.
Felipe Peces Rata
Canónigo-Archivero de la Catedral de Sigüenza