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Jueves Santo: Cenáculo y Getsemani

El Cenáculo es el lugar de Jerusalén donde, según el Nuevo Testamento, Jesús celebró con los apóstoles la Última Cena de su vida, antes de morir en la cruz; el lugar de sus primeras apariciones a los apóstoles; el lugar del partirían los discípulos de Emaús y al que regresarían tras su encuentro y descubrimiento de Jesús resucitado; y lugar también donde se produjo la venida del Espíritu Santo. En el Nuevo Testamento es citado como “aposento alto” o habitación alta, ya que debajo de ella se custodia la tumba del rey David.
El Cenáculo actual es de estilo gótico. Algunos creen que fue construido por los cruzados antes de la conquista de la ciudad por Saladino en 1187. Otros atribuyen su construcción al emperador Federico II Hohenstaufen, coronado rey de Jerusalén en 1229. Otros sostienen que no fue construido de esta forma hasta que los franciscanos se instalaron aquí en la década de 1330. Todas estas referencias carecen de documentación histórica precisa. Lo inequívoca es su decoración, sobre todo sus columnas, claramente de estilo gótico.
Se halla en el Monte Sión, justo en el piso superior del mismo edificio que conserva la Tumba del Rey David y al lado de la Abadía de Hagia Sión María, una abadía benedictina alemana dedicada, hace algo más de un siglo, a la Asunción de María. Situada cerca de las murallas de la Ciudad Vieja de Jerusalén, próxima a la Puerta de Sion, en este lugar puede suceder la dormición o Asunción a los cielos de la Virgen María, por lo que antiguamente conocida como Abadía de la Dormición de la Virgen María.
Jueves Santo en el Cenáculo
Y en el Cenáculo de Jerusalén discurrió la Última Cena de Jesús. En ella, el Señor estableció, significándolo con el lavatorio de los pies a sus doce apóstoles, el mandamiento nuevo del amor fraterno. Y en ella, Jesús nos dejó dos de sus siete sacramentos: la eucaristía, con la bendición del pan y del vino, que representan su Cuerpo y su Sangre, y la encomienda a los apóstoles de repetir este gesto en memoria suya, lo cual, además, es considerado como la base del orden sacerdotal.
Pero el Cenáculo volvió a ser escenario capital tras la resurrección de Jesús: su primera aparición, en la tarde del día de Pascua, a los apóstoles (solo faltaron Judas, que, tras su traición, se suicidó, y Tomás, que estaba ausente) y su segunda aparición, ocho días después, ya con Tomas (citas bíblicas respectivas, Lucas 24,36-43 y Juan 20,26-29, con la institución, incluida, del sacramento de la confesión).
Además, el Cenáculo fue el lugar donde se produjo la efusión del Espíritu Santo, tras la Ascensión del Señor, Pentecostés (Hechos 2, 1-4), estando reunidos en oración los apóstoles y María. De este modo, el Cenáculo es el lugar igualmente del comienzo, al impulso del Espíritu Santo, de la misión evangelizadora de la Iglesia.
El lagar del aceite, el huerto de los olivos
Tras la Última Cena, Jesús, acompañado de los apóstoles Pedro, Santiago y Juan, ya en la noche, marchó a Getsemaní. Los relatos evangélicos transmiten el emplazamiento del campo al que Jesús se retiró una vez terminada la Última Cena: salió y como de costumbre fue al monte de los Olivos (Lucas 22, 39), al otro lado del torrente Cedrón (Juan 18, 1), y con los apóstoles llegó a un lugar llamado Getsemaní (Mateo 26, 36; Marcos 14, 32).
¿Qué ocurrió allí? Jesús sabía que había llegado su hora (la hora de la Cruz y de la Luz). Sintió necesidad de orar. Se produce la llamada oración de la agonía de Getsemaní. Los tres apóstoles citados se quedaron dormidos, mientras Jesús oraba y sudaba sangre. Jesús asume, una vez más, la voluntad del Padre. Y comienza su “hora” con la traición de Judas y el prendimiento por parte de soldados de las autoridades religiosas judías, que lo juzgarán, lo condenarán a muerte y buscarán, lográndolo, que esta condena a muerte y muerte de cruz se efectiva con la sentencia del procurador romano Poncio Pilatos. Comienza el Viernes Santo. Comienza la Pasión.