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MINERVA HALLADA EN PELEGRINA

MINERVA HALLADA EN PELEGRINA

12 julio, 2013
Textos científicos

MINERVA HALLADA EN PELEGRINA

En la primavera de 1895, el vecino de Pelegrina (Guadalajara), D. Andrés Benito, arando una finca en el sitio denominado “La Barenosa”, descubrió una magnífica estatua de Minerva, en bronce, y varios objetos del mismo metal, pertenecientes, al parecer, a una escultura ecuestre de grandes proporciones.

Cundió la noticia rápidamente, y no tardó mucho tiempo sin que se presentara un anticuario que mostró deseos de comprar los bronces. Vistos por él, dijo con tono despectivo que no tenía ningún mérito y que tan sólo eran deseables para fundirlos y aprovechar el metal, atreviéndose a ofrecer por ellos “cincuenta pesetas”. ¡Y pesaban ochenta y ocho kilos! D. Andrés Benito no quiso cerrar el trato el trato sin consultar antes con el cura-párroco de Pelegrina, D. Julián Moreno, y, al efecto, se personó en su casa. Poco trabajo le costó al cura hacerle desistir de la venta de aquellos bronces, pues entendía que su valor era mucho más elevado, y que, en último extremo, él no necesitaba deshacerse de ellos, por ser persona de las más pudientes del pueblo.

Entonces, sabedor de las aficiones arqueológicas del Ilmo. Sr. Obispo, D. Antonio Ochoa y Arenas, el cura le dio la noticia del hallazgo. Deseó el Prelado ver los objetos, y, al efecto, fueron llevados a Palacio. A su vista ponderó el Prelado el exquisito arte de la escultura de Minerva y dijo al cura si su dueño estaría dispuesto a venderla como así mismo los restantes bronces, comisionando al cura, al efecto, y dándole las instrucciones más precisas.

Habló el cura a D. Andrés Benito, quien las donó gratuitamente al Sr. Obispo. Agradeció el Sr. Ochoa tan delicado obsequio y gratificó espléndidamente al donante.

Pocos días habían transcurrido, cuando el cura recibió carta del anticuario, diciendo al cura que a todo trance deseaba hacerse con los bronces romanos de Pelegrina y que estaba dispuesto a adquirirlos mediante el pago de “quinientas pesetas” (¡por lo visto el pobre señor, en la primera oferta, se dejó en el bolsillo nada más que un cero!). Terminaba su carta con algunas insinuaciones, mal encubiertas, que el avispado lector podrá fácilmente suponer. Ni que decir tiene, que no se quedó la respuesta en el tintero del Sr. Cura, y que a todo le contestó tal y como tan corrector señor se merecía. Y así terminó la correspondencia epistolar que debió de escocer al vino anticuario.

Este caso y la noticia de ciertos intentos de soborno juntamente con la desaparición de algún objeto de arte, debido a la impericia de párrocos, cuya buena fe fue sorprendida, decidieron al Sr. Ochoa a reunir en la capital de la Diócesis los objetos de arte diseminados por los extensos límites del Obispado, formando un Museo Diocesano.

Encariñado con esta idea donó al Museo Arqueológico Nacional los bronces romanos de Pelegrina, y debió pedir al Ministerio de Instrucción Pública ayuda para su proyectado Museo, por cuanto en la Real Orden de 30 de septiembre de 1895 al darle las gracias por su donativo, se añade: “Se autoriza al Director del Museo Arqueológico para formar una colección de variados objetos de Arte Cristiano procedentes de la Exposición Histórico-Europea con destino al Seminario Conciliar de Sigüenza”.

No habían transcurrido cuatro meses cuando comenzó a resentirse su salud. Lo que había empezado por ligera indisposición fue, desgraciadamente, agravándose tanto, que el 18 de febrero de 1896 fallecía, no pudiendo ver establecido el Museo en su Diócesis, ilusión acariciada por su espíritu tan amante de las venerandas antigüedades.

El Museo diocesano de Arte, que se ubica en el bello edificio neo-clásico, con ático de galería columnada, está exornado con gigantesco blasón angular correspondiente a la familia Gamboa, enfrente mismo del edificio catedralicio.

La formación de este Museo se debe al Obispo de la diócesis Excmo. y Rvdmo. Dr. D. Laureano Castán Lacoma (1964-1980), que fue reuniendo en él multitud de elementos muebles de arte esparcidos por las pequeñas iglesias de la diócesis. Culminó su labor con la inauguración del Museo el 11 de mayo de 1968, por el Excmo. y Rvdmo. Sr. Nuncio Apostólico en España, Mons. Luigi Dadaglio, habiendo tenido posteriormente una ampliación de la planta segunda, cuando era su director D. Felipe Peces Rata.

Felipe Peces Rata
Canónigo-Archivero de la Catedral de Sigüenza